Un trago de Fuser, sobre dos rocas de Bohemía, con tres gotas de Utopía...

Agitado, no revuelto…

viernes, 23 de mayo de 2008

Bemoles de bandoneón arrabalero.

Y fallaba...

¡Qué noche llena de hastío y de frío!
El viento trae un extraño lamento;

parece un pozo de sombras la noche,
y yo en las sombras camino muy lento.
Mientras tanto la garúa se acentúa con sus púas, en mi corazón.

En esta noche tan fría y tan mía,pensando siempre en lo mismo me abismo
y aunque quiera yo arrancarla
desecharla y olvidarla,
la recuerdo más.

Garúa...


...el viejo bándoneón de la milonga de siempre.
El viejo cabaret, entre el humo de los otarios de siempre, las risas de los gaviones de siempre, uno que otro maula. Los de siempre.

Entre los encurdados y el malevaje desciende por la escalerilla la Percanta, envuelta en su saco acuchillado por la lluvia. Sumida en lisonja avanza hacia la barra, donde entre los reflejos de las lámparas ocurre el mismo viejo cruce de mirada con el tendero, mirada llena de hastío, de lealtad extraviada, de secreto compartido, al entregarle su abrigo. Mucho de historia decía la mirada del tendero, que sirviéndole un trago de vino sin ella pedirlo, le confesaba el mismo pensamiento.

Perdido...
como un duende que en la sombra

más la busca y más la nombra.

Garúa...
Tristeza...
Hasta el cielo se ha puesto a llorar.



La Grela campanea entre la garufa, y coloca sus profundos candiles de Muñeca Brava sobre el coso de la esquina: el de los tamangos lustrados, el del funyi ladeado, el de las buenas pilchas. La paica se juega la rula y tranquea sobre el gil de la noche.

Mientras el tendero ve el escolazo de su vieja lisonja, y rie mientras limpia algunas copas y las devuelve a su estante. La Madame avanza sobre el bacán, y el otario que cae en la jugada presto la recibe.

Y yo voy como un descarte,
siempre solo, siempre aparte, recordándote.
Las gotas caen en el charco de mi alma,

hasta los huesos calado y helado,

y humillando este tormento

todavía pasa el viento, empujándome.

El acordeón calla el fuelle, cómplice del metejón de la Percanta, y empieza el compadreo en busca del catre que calme el frío en la garúa de la noche...

Los músicos toman un refresco, mientras el cuadre en el callejón apuñaleado se daba.

El Gotán empieza de nuevo a petición del tendero, en los bemoles del Percal...

La parejilla empieza la milonga, bajo la mirada del piantao narrador.

Percal...
¿te acuerdas del percal?
Tenías quince abriles
anhelos de sufrir y amar,
de ir al centro, triunfar...
y olvidar el percal...

El fifí, no logra aguantar a la percanta en la vuelta larga, y terminan hocicándose en el suelo. El tendero reía y miraba: -...pobres maulas, decía. La paica no había oteado el espejuelo con el prissé en la mesa...

El tendero sin saber disimular la risa, recoje el gacho del cachuzo y se lo coloca. Levantar a la mujer del suelo y que el pobre purrete rajara fué una sola cosa...


La mujer mira a su viejo amante con remanye, y éste ni rana y ni otario que fuera, se arrima al canyengué del fuelle, y tomando su cintura con beguén, ambas miradas volvieron a ser berretín... Dejarón atrás el engrupir y lo entripao, y se entregarón como en los atardeceres de ayer otra vez al danzón.

Llorar...
¿Por qué vas a llorar?

¿Acaso no has vivido?
¿Acaso no aprendiste a amar,
a sufrir, a esperar
y también a callar?

Percal...
son cosas del percal,
saber que estás sufriendo
saber que sufrirás más.
Y saber que al final

no olvidaste el percal...


¿...continuará?

1 comentario:

Sibú dijo...

Demasiado interesante!
El tendero conoce la historia, el tendero ríe, calla y escucha.
Besos Sibú!