Boulevard de Gotán.

...y danzaron un poco... Para luego irse a la calle, hasta el boulevard de junto, fiel testigo de aquellos amores.

Cada baldosa tenía un pedazo de su historia. Siete años habían pasado y ellas irónicas, seguían en el mismo sitio...

Para ninguno había cambiado las cosas... Ni el latir, ni el sudor en las manos... ni las risas... ni las jugarretas de siempre... Las figuras sobre el suelo, las vueltas, los pasos... Fué un siempre más... Y fué un único siempre...

Una arruga aquí... Una cicatriz de un golpe de borracheras allá... Algunas canas... Pero los mismos ojos, el mismo aliento...

Noche... noche y madrugada que se hizo corta... como sueño sabor a canela, a azahar y añil... como sueño esperado y que un Morfeo juguetón retenía en sus archivos de cuentos oníricos...

Y al son del metejón de esta milonga que tocaba el viejo que atrás fué niño... Ya experto, ya diestro... con más arrugas que ninguno, compartía licensiosamente su fuelle para los amantes...

Lo demás es de esperarse... Los sueños son anárquicos, en ellos se vale todo y en cualquier lugar...

Y cae el sombrero. Y es que sólo los recuerdos me pertenecen, incluso, mis sueños... Buenas tardes.

Hasta una próxima noche de gotán...