Un trago de Fuser, sobre dos rocas de Bohemía, con tres gotas de Utopía...

Agitado, no revuelto…

sábado, 12 de abril de 2008

Fumando un poco...

Lentamente sale el paquete de rollings de mi chaqueta... y se coloca en la barra... se despliega uno en la madera y los otros regresan a su guarida en el bolsillo izquierdo... del derecho sale un poco del tabaco que trata de esconder aquello... Qué puedo hacer señores, aún me queda un poco de la depreción del matutino diario de hule y añil... Yo no juzgo a los maricos que se dan de besos en las barras, ni a las amantes que salen corriendo cuando se dan cuenta que la cosa es un poco más complicada que nada, ni a los amigos que te forman peos porque estés más depre que a diario...

Un nuevo sorbo de ginebra para acallar las ideas... procedo a liar... operación que hasta hace tres meses no hacía desde el liceo, pero en la que aún sigo siendo bueno... le arranco chispas a mi yezca...
y una bocanada profunda...


para acallar la ausencia...

Un relajación circula por mis miembros y mi saliva se hace ligera... Ya el ruido de chicas que charlan en la barra ni la de los tipos en la mesa cercana me molestan... Ya sólo quedamos Fuser y sus ideas... Una bocanada y un nuevo sorbo de ginebra... para invocar estrategias que me liberen de estas cargas, de estas contradicciones, de estos errores, de estas penas...

Un tatuaje fraccionado en historias pasa por frente del que escribe y dice: -No tendrás un poco para mí también... Le doy la poca que me queda para desembarsármela al momento... No estoy para niñas jugando a ser hembras...

Unas musas que salen de un amigo de barras, viejo conocido poeta que dormía la borrachera, me vienen a contar de una mujer de humo, y que tenga cuidado con ella... Les cuento de mi inquilina incrustada en mis selvas, riéndome así de ellas... Una que me daba de vueltas, entra de pronto en mi mente, así que no le echen la culpa al porro, echénsela a...

De pronto todo se oscurece. La barra, las mesas, la chillona gente, todo desaparece. Surge una carrubia cortina... De improviso sale una mujer de ella, alta y esbelta, fumando un cigarrillo en boquilla... Y acercándose a mi delirio dice...

-Fuser, niño-hombre, paseante de bares y burdeles, ratón de acera y de biblioteca, bohemio no es necesario que me cuentes de la pena que te embargue. Vengo a que me dibujes en versos con el rostro que prefieras...

Subo la mirada y veo, y aunque no lo quiera decir tendré que hacerlo, de nuevo aquElla que cada mañana toma mi mente como madriguera, y que de mi pecho y su pelambre vuelve su olor embriagante...

-Siéntate, oh mujer de recuerdos -le digo-, de ellos el más extasiante, déjame dibujarte con versos profanos, de aquellos que no tienen reparos, de esos que por más que busques en mansiones o chiqueros no encontrarás en ninguna parte... Déjame pintarte con olores nuevos viejos que a mi mente tomen por asalto, que entre mi arameo y mi esperanto, no encontrarás desplante... Déjame soñarte por un momento, bohemia niña-mujer por un instante... Y ya que entre congojas te hallas, y que por eso tu ser no para en buscarme... Deja que tus ojos me lean y que en ellos me halles...

Y me dispuse a pintar con palabras los versos de mi solicitante, entre tragos y bocanadas, entre tintas y pesares... Pero no pesares de tristeza, de esos no me embargan, porque cuando le abres la jaula a los amores, debes dejar que ellos de nuevo te hallen... Pesares si naturales de la ausencia, así que no me pidan que no extrañe, ni que unas lagrimas de vez en cuando derrame por aquElla la de largas piernas y fino traje, la única que ha sabido en mis locuras extraviarse, y que de pasos perdidos bien supo sacarme... No, no pueden ser pesares de tristeza; sí, tienen que ser naturales, porque cuando no lloras de tristeza ésta no puede encontrase... Sería contradictorio pensar que la tristeza pueda a mi arroparme si tu recuerdo me alumbra entre tantos pesares...

Y entre escribir y escribir, el olor a azahar se fué presentando, y mi esperanto se fue haciendo mas intenso y mi arameo mas desgarrado. No lo pude dudar entonces, de nuevo estaba pasando, tu ser y el mio otra vez se conjugaban, en extraña complicidad, y de nuevo nos desafiaban...


¿Y tú, qué esperas...?

3 comentarios:

Ella dijo...

Ciertamente es inevitable ser embargado con esa sensación de extrañar lo que un día se vivió y hoy no está. Como hablas, no precisamente de una tristeza propiamente dicha, sino como una mezcla de aliento y vacío a la vez.

Te entiendo, también lo he sentido, pero a diferencia de tu caso se hace más palpable cuando a veces decido caminar por la ciudad. Como tu recreación, mi mente decide imaginar que de pronto una voz se me acerca por mi oído derecho y me pregunta: "quieres que te acompañe a caminar". Su voz, la de Él.

Recibe un beso,
Ella.-

Celeste dijo...

Siempre aparece detrás de esa cortina y si la cortina no está, ella la inventa. El caso es que siempre vuelve.

Beso celeste.

venus dijo...

la mente nos juega diversas pasadas.. es verdad cuando sientes una presencia de su ausencia y vas caminas y crees escuchar su voz.. crees incluso sentir su hombro junto.... es dificil extrañar.. simplemente asi

besos fuser