Las hojas caen sin ser otoño, un domingo cualquiera de muchos domingos en que he vivido tu ausencia.
Caobos que se desnudan de sus hojas muertas mustias que resuenan a cada paso, que retumban en mi alma.
No hay lugar a cafés de Ateneo, no hay pasear por calles solitarias o atestadas de rumor de vida, rumor de gente.
El ruido parece silencio, ya no es otra cosa.
A veces, el azar se empeña, y muchas veces nosotros nos empeñamos en ir en sentidos contrarios: Un carro azul que pasa contigo de paseante, yo que iba retando al azar con la últimas cartas de una partida ya perdida.
¿Qué toca? ¿Llorar cien lunas más? Me opongo rotúndamente. Hay que vivir el día, éso me enseñaste.
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El Azar en el año 2019, mes de septiembre, día 17, nos pondrá en la misma acera, a la misma hora y al mismo paso. Nos veremos, reiremos de lo pasado. Verás mis canas, veré las tuyas, grasa aqui, grasa allá, y ya tus cachetes te harán parecer a tu madre. Serás bella en mi recuerdo, y serás bella ese día en el cual nos tomaremos un café donde años atrás había una tienda de discos en la cual nunca entramos.
Y se cumplirá mi profecía, no importará con quien andemos, ni los hijos que tendremos... Porque ése día nos pertenecerá a nosotros; recordarás que me amaste y recordaré que te amé. Por algunas horas la Caja de Pandora se abrirá, y volveremos a ser el punzante placer que tanto nos deleitó.
Y sólo allí, sólo en ese momento comprenderás lo que es amar en libertad. Comprenderás mi libertario transitar, y recordarás tu liberal vuelo. Porque ése es el misterio de la Utopía. Sólo siempre falta del libre albedrío de aceptarse como libre para asirla y actuar en consecuencia, sin remordimientos ni dudas, sin cobardías.
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Posdata: Hoy escuché una canción, creo que se llama: Los olores del Amor. Pensé en tí.
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