Besos... Alados... Fosforescentes... De fucsia color,
que vuelen a aquellos parajes de su cuerpo
alumbrando la oscuridad de la habitación,
donde entre sombras se dejen ver
nuestras siluetas muy cerca una de la otra.
Aterricen en su cuerpo durmiente y silente de aprendiz de maga
todo un enjambre de besos alados, de patitas lujuriosas
y de fosforescente tecnicolor, que le tomen por completo
haciendo de su humanidad un lienzo de colores,
de su piel la máxima expresión de la lujuria;
para luego sucumbir en mis brazos rematerializados
haciendo de mi un paroxismo de temblores inquietantes,
manás de humedad cálida... Punzante placer.
Combinar nuestros cuerpos en un melodioso va y ven
a la espera del amanecer entre sábanas empapadas
del festín de sudor, vino, comida, fluido y semen...
Excelso altar para ofrendarte Baco... y sin tocarle siquiera.