miércoles, 25 de enero de 2012
Carta de Mijail Bakunin a su hermano Pablo
París, 29 de marzo de 1845.
...Créeme, amigo, la vida es bella; ahora tengo
pleno derecho a decir eso, porque he cesado hace mucho de mirarla a través de
las construcciones teóricas y a no conocerla más que en la fantasía, porque he
experimentado efectivamente muchas de sus amarguras, he sufrido mucho y he
caído a menudo en la desesperación.
Yo amo, Pablo, amo apasionadamente: no sé si puedo
ser amado como yo quisiera serlo, pero no desespero, -sé al menos que se tiene
mucha simpatía hacia mí-; debo y quiero merecer el amor de aquella a quien amo,
amándola religiosamente, es decir, activamente -está sometida a la más terrible
y a la más infame esclavitud- y debo liberarla combatiendo a sus opresores y
encendiendo en su corazón el sentimiento de su propia dignidad, suscitando en
ella el amor y la necesidad de la libertad, los instintos de la rebeldía y de
la independencia, recordándola a sí misma, al sentimiento de su fuerza y de sus
derechos.
Amar es querer la libertad, la completa
independencia del otro; -el primer acto del verdadero amor es la emancipación
completa del objeto que se ama-; no se puede amar verdaderamente más que a un
ser perfectamente libre, independiente, no sólo de todos los demás, sino aún y
sobre todo de aquel de quien se es amado y a quien se ama.
He ahí mi profesión de fe política, social y
religiosa, -he ahí el sentido íntimo, no sólo de mis actos y de mis tendencias
políticas, sino también, en tanto que puedo, el de mi existencia particular e
individual- porque el tiempo en que podrían ser separados esos dos géneros de
acción está muy lejos de nosotros; ahora el hombre quiere la libertad en todas
las acepciones y en todas las aplicaciones de esa palabra, o bien no la quiere
de ningún modo.
Querer, al amar, la dependencia de aquel a quien se
ama, es amar una cosa y no un ser humano, porque no se distingue el ser humano
de la cosa más que por la libertad; y si el amor implicase también la
dependencia, sería la cosa más peligrosa y la más infame del mundo, porque
sería entonces una fuente inagotable de esclavitud y de embrutecimiento para la
humanidad.
Todo lo que emancipa a los hombres, todo lo que, al
hacerlos volver a sí mismos, suscita en ellos el principio de su vida propia,
de su actividad original y realmente independiente, todo lo que les da la
fuerza para ser ellos mismos es verdad; todo el resto es falso, liberticida,
absurdo.
Emancipar al hombre, he ahí la única influencia
legítima y bienhechora.
Abajo todos los dogmas religiosos y filosóficos -no
son más que mentiras-; la verdad no es una tontería, sino un hecho, la vida
misma es la comunidad de hombres libres e independientes, es la santa unidad
del amor que brota de las profundidades misteriosas e infinitas de la libertad
individual...
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